Invierno

Hoy me visto de invierno. De nieblas cubro mis ojos y de frío mi piel. Mis pecas son puntos de escarcha y está tan oscuro fuera como dentro.
Escucho la voz de Santi Balmes en un video descamisada y, rota, me zurce los remendos. Sí, es una canción triste, pero no he nombrado ya que es invierno?
Un giro de la habitual rutina y un portazo con palabras bruscas, borboteando antes de disolverse entre las gotas de agua sostenidas en el aire.Autobús. Oír esa canción una y otra vez, una sensación en el estómago.Y frío. Examen.Corre la tinta hacia abajo y hacia la derecha, corre veloz, hasta tres horas después, cuando decido colgar la última hora e irme a casa. Le pregunto la hora al profesor, salgo corriendo, y milagrosamente alcanzo el bus. Y otra vez esa canción, y la gente al alrededor, y una leve inconsciencia y la sensación en el estómago, de la que solo queda el hambre. Entorno los ojos, las luces de los coches se reflejan en el asfalto mojado. Suenan unas lineas con palabras en una lengua desconocida, que no sería capaz de separar entre ellas. Y un repiqueteo constante al fondo. Unas voces que no soy capaz de identificar, resonando como eco. Esas voces me mecen, me hacen balancear los ojos por dentro. El repiqueteo sube, como el ruído de los zapatos de miles de soldados en marcha. Espero el momento. El momento en que las voces se hacen más agudas y el tambor conciso y grave. El batallón de soldados pisa cada vez más fuerte. Llevan tambores. Espero el momento. Camino al compás. De repente el volumen sube,es el momento, el repiqueteo ahora es de palo, de tela, eléctrico, no puedo evitar sonreir por la calle, cómplice de mi propio aire, que se interrumpe con cada golpe y desacompasado sigue balanceándose entre el sonido. Es como el tacto de una baldosa fría contra la piel erizada, un dedo sobre los labios, las luces ambar de las farolas atravesando por entre las lineas de un dibujo sobre el cristal empañado...no sé tú pero yo veo en rojo al cerrar los ojos.