sábado, 31 de julio de 2010

Agua infinita



El agua por las rodillas, hoy la marea está baja. A mi espalda se ve lejana la playa.
Una voz desde mi mp3 trepa hasta mis oídos. Veo la costa al fondo, camino hacia ella, adentrándome en el mar que no sube. Me acerco a una barca donde un hombre lee el periódico, no hay vaivén, mar en calma. Observo el agua, los peces nadan a mis pies, dispersándose cuando paso, retirándose con elegancia, al fin de al cabo tienen todo un mar.
El viento ha cojido levemente algo más de fuerza por un momento y se forman pequeñas ondas a lo lejos, vienen en varias direcciones, se acercan, se entrecruzan, y ya espumosas, rompen contra mis piernas cuando me adentro entre ellas.
Yo miro al horizonte de nuevo, veo dos personas muy lejanas a mi, caminando. Unos niños juegan más alante.
La superficie del mar es un etéreo azul eterno e infinito; se extiende a mis lados con las vidas ajenas rebosantes de risas y palabras que escucho lejanas entre la música; se extiende a mis espaldas dejando diminutas las siluetas y difusas las formas hasta que me es imposible reconocerlas; se extiende ante mi como todo un mundo que no ha sido explorado, cuya enormidad es tan grande que no se abarca de una vez. Y en eses momentos suena una canción que habla de pensar en las canciones que no has escuchado, los lugares que nadie te ha enseñado,todo lo que no has visto todavía y las cosas que te quedan por hacer.
Confío en este mundo, en el cosmos, en la naturaleza, en el sentido de la vida, en la magia...en su mano está ahora el sorprenderme.

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