viernes, 13 de noviembre de 2009

Doliéndote, tengo las hojas muertas


Es un pensamiento tan real, tan cercano a ti, tan cercano a mi.
Es un pensamiento que hace daño, pero es un daño que no ves hasta que es irremediable.
Como el agujero que hace un pájaro carpintero. Su vistoso plumaje y su melódico canto lo convierte en un ser bello, en armonía con el entorno verde de hojas que brillan con el rocío, mientras sale un sol de primavera, sin ver el hondo agujero que yace en el árbol, que cruje lloroso sabiendo que no es escuchado, pues el bello canto del pájaro y el ruidoso aleteo de sus plumas lo impiden.

Es un pensamiento que me hace sangrar, pero trago la sangre cuando la noto en la garganta porque la siento dulce dentro de mi. Es como un dolor bello, un dolor que lleva tu nombre.

Así el pájaro canta más alto, la melodía llega a su tono más alto, cuando el árbol chilla. El mundo entero aplaude, el pájaro hace un movimiento parecido al de una reverencia, y el árbol , no escuchado yace en la hierva como siempre pero con un nuevo color palideciendo…

Todo seguirá su curso, el río llevara consigo las hojas caídas, y alguna rama de aquel árbol que antaño parecía sonreír entre el musgo.

Ahora apagado, quieto, ignorado quien un día parecía soñar con encontrar a través de sus ramas el sol.

Vuela en el cielo una bandada de pájaros de vistoso plumaje y melódico canto.

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